En sus cartas y escritos de justificación, Wellington, después de
prometer que todos los culpables serán castigados. se indigna de
ver atacados "en infames libelos unos hombres valientes v llenos
de honor, incapaces de quemar una ciudad para satisfacer. como
se pretende, una venganza comercial o cualquier otra venganza" (25).
Por lo que expresa el biógrafo belga Brialmont, con estas palabras el Duque hace alusión a una carta del Conde de Villa-Fnertes.
jefe político de la provincia de Guipúzcoa, en la que Graham era
tratado duramente y en la que se atribuía el incendio de la Ciudad
a celos comerciales de Inglaterra, "disgustada de aue el comercio de
San Sebastián se hacía con Francia, con exclusión de Inglaterra".
Entre los españoles corría la sospecha de que los ingleses no
desaprovechaban la oportunidad para destruir nuestra industria v
arruinar nuestro comercio, si no podían cuando menos hacerse con
el control de los núcleos comerciales. La destrucción innecesaria de
la magnífica fábrica de porcelanas del Retiro por parte de los
aliados y sus intentos de establecerse en la plaza de Cádiz, si no
de ocuparla, se interpretaban en este sentido por no pocos españoles (26). Estas sospechas se vieron de nuevo alimentadas con la
destrucción de San Sebastián y las acusaciones en este sentido volvieron a hacerse patentes. Así el Diario Crítico de Sevilla, por el Setabiense expresaba que la destrucción de la magnífica fábrica de
Porcelanas del Retiro y el incendio y quema de San Sebastián, no
puede borrarse de la memoria de los españoles (27).
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(25) Véase BRIALMONT: Histoire, t. II, pág. 150. Por otra parte escribe textualmente: "Era imposible restablecer el orden en medio de un vasto incendio
cuando los dos tercios de los oficiales habían sido muertos o heridos (unos 170
sobre 250) y cuando cierto número de habitantes, tomando partido por los
franceses, disparaba sobre las tropas".
(26) Véase GÓMEZ IMAZ: Los periódicos, pág. 11.
(27) Ibidem, pág. 101. La inculpación de los ingleses fue repetida en los
años sucesivos. Véase, por ejemplo: JUAN ANTONIO ZAMACOLA: Historia de las
naciones bascas. Escrita en 1818, pág. 175.
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