miércoles, 24 de abril de 2013

EL SITIO DE 1813 - LOS TRABAJOS DE ATAQUE Y DE LA DEFENSA EN EL PRIMER PERIODO DE SITIO - Organización de la defensa.

Las primeras medias adoptadas por el General Rey se encaminaron a descongestionar la Ciudad, cuya población había aumentado desde el 23 de Junio por los millares de afrancesados que salieran de Vitoria en los convoyes; embarcadas las familias más pudientes y conducidas por tierra las demás con reducida escolta, evacuaron precipitadamente la Plaza al conocerse el 26 la retirada de Foy sobre Hernani. Respecto a los habitantes mismos de la Ciudad, abrigaron los franceses en un principio el temor de que la perspectiva de los males que lo amenazaban, les determinase a adoptar temperamentos de violencia. El general Rey, sin embargo, supo llevar la tranquilidad al ánimo de las autoridades locales y logró que la población permaneciese en una actitud, sino benévola, de tranquila expectación; con todo, tanto por consideraciones humanitarias como por conveniencia para la defensa, el día 1º de Julio, por orden del General las autoridades invitaron a salir de la Plaza a los habitantes dentro de las 48 horas. Por desgracia, no fueron muchas las familias que atendieron estas indicaciones acaso por infundada confianza en la corta duración del sitio.

Poco después, el 7 de Julio, se completaron las medidas respecto a la población con la requisa de herramientas y materiales, recogiéndose al mismo tiempo las armas, que en las casas se encontraron, realizándose tanto estas operaciones como las exacciones de recursos para la guarnición, sin violencia alguna.

En orden a la preparación de la defensa, la primera disposición que tomó el gobernador, fue la ocupación del convento de San Bartolomé, que fue puesto en estado de defensa apresuradamente, pues su posesión, que permitía establecer una línea de defensa exterior y que había de hacer más largo y costoso el asedio era además indispensable e aquellos momentos para proteger los trabajos de armamento de la Plaza y la destrucción de los barrios de San Martín y de Santa Catalina que podían ofrecer abrigo al ataque. Si aquella posesión hubiese caído en poder de los sitiadores en los primeros días del cerco, gran parte de los trabajos de defensa de la Plaza, no habían podido realizarse.

El 27 reunió el General Rey a los jefes de los diversos servicios para estudiar las necesidades de la situación.  Los trabajos de despejo del glasis y las reparaciones más urgentes fueron emprendidos.

Continuaron los trabajos de defensa el día 28, organizándose talleres, confeccionándose cestones y faginas con ramaje procedente de la tala del glasis y e algunos jardines, y reparándose y completándose las empalizadas del camino cubierto. las municiones fueron clasificadas y almacenadas en las casamatas del Castillo y de la cortina del frente de tierra. A pesar de la escasez de personal, estos trabajos se ejecutaron rápidamente. Hacia las 2 de la tarde aparecieron por el alto de Ayete las avanzadas de las tropas de Mendizabal que se extendieron por el Antiguo y que pasando a la derecha del Urumea empezaron a tirotearse con los puestos franceses.

El Batallón del 22º desplegó en el alto de San Bartolomé, extendiendo la derecha hasta las dunas de la Concha; en la orilla derecha un destacamento de 25 hombres con un oficial ocupó el convento de San Francisco y otro de 15 hombres con un sargento se estableció cubriendo el puente de Santa Catalina, con el objeto de asegurar la posibilidad de destruir este barrio, pues dada la debilidad de la guarnición, no era dable pensar en mantenerse en aquella orilla.

En la tarde se incendiaron los barrios exteriores, por falta de tiempo y personal para demoler su caserío, lo que hubiera convenido más, dada la escasez de materiales que en la Plaza había.

Poco después fue evacuado el convento de San Francisco, y ya entrada la noche, se incendió el puente de Santa Catalina. Como quiera que el convento de San Bartolomé no bastaba a defender bien la posición avanzada, se comenzó un reducto en el cementerio con el doble objeto de batir las laderas de Amara y de obtener fuegos de revés sobre los trabajos del ataque en la orilla derecha del río; al mismo tiempo se organizaron cortaduras en la carretera de Hernani, en la proximidad del convento, aspillerándose las casas de Aldapeta para flanquearlas y para batir las pendientes e impedir el paso hacia San Martín; entre estas casas y el convento, así como entre este y el reducto se prepararon comunicaciones, realizándose el trabajo bajo el fuego incesante que desde los cercados y a cubierto de la maleza y cultivos les dirigían las tropas de Mendizabal.

Se demolieron los muros de las casas incendiadas, transportándose a la población las maderas y hierros que podían utilizarse, y se activaron los trabajos de las empalizadas.

La conducción de Morlas que surtía de agua a la población fue cortada, produciendo esto alguna inquietud pues la mayor parte de los pozos de la población eran de agua salobre y solo la del jardín del Gobernador y la del foso no perdían su potabilidad en la pleamar, en cuanto a las cisternas del Castillo, como acababan de ser reparadas, estaba secas. Los pozos citados fueron blindados y se empezaron a llenar las cisternas con agua del Urumea penosamente subida en cubos por las mujeres del pueblo. Con ello quedó garantizada la provisión de este elemento.

La isla de Santa Clara fue ocupada por un destacamento de 25 hombres con un oficial.

CONTINUA .........

(OLAVIDE, ALBARELLOS, VIGÓN)

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