Fue relevada la brigada por la de Ezpeleta, y vino a esta villa de Irún. Mi regimiento fue alojado en el consistorio y por un regular los oficiales le tuvimos malo. De San Sebastián se ha oído algo de fuego. A luego que llegamos a esta villa fue toda la oficialidad de la brigada con su jefe a presentarse al general Pol y al de nuestra división. Por la tarde fui al puente de Bidasoa.
A la vuelta estuve viendo el fuego que hizo la Batería que tienen los enemigos junto a Hendaya, a dos catamarines nuestros que están junto a la playa de Fuenterrabía, en la ría, cargados de vena (de lo que se hace el fierro), los que medio desbaratados, habiendo saltado en tierra las tripulaciones a los primeros cañones, rompieron a uno un palo.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. 1813-1814. MATÍAS DE LAMADRID)
* Viernes. 6 de Agosto de 1813. 40º día de Sitio.
La intensidad del fuego artillero es algo más débil que la del día anterior, o al manos así les parece a las tropas que están acampadas en los alrededores de San Sebastián. Es el caso del joven teniente español Matías De Lamadrid, que hoy escucha menos cañonazos que el día anterior, según nos detalla en su biografía. El sonido de las baterías disparando era en verdad impresionante, si tenemos en cuenta que, en función de la dirección del viento, era percibido incluso en San Juan de Luz.
Los trabajos se centran en agrandar la batería situada a la izquierda de la de brecha, sin duda, tal y como indica el General Rey en su despacho del día 2 de Agosto a Soult, con el objeto de batir las torres y muros restantes en la Zurriola, la falsa braga frente al hornabeque y el bastión de Santiago (Los franceses lo denominaban San Juan, y con ese nombre está mencionado en todos los documentos de las tropas imperiales).
El tipo de proyectil que se está utilizando ahora por las baterías aliadas es del tipo hueco, rellenado con balas. Tenían un sistema de explosión controlada por medio de una mecha. Si uno de estos proyectiles explosionaba encima de un grupo de soldados, estos se veían expuestos a una lluvia mortal de metralla. Los franceses se quejaban continuamente del daño que estos disparos estaban ocasionando entre sus filas.
Mientras los aliados siguen mejorando sus posiciones, los franceses también refuerzan sus defensas. Los trabajos que realizan se pueden enumerar:
La guarnición trabaja con gran actividad, y según indica el General Rey en su despacho, la moral es excelente, lo mismo que la salud de los hombres, no existiendo epidemias entre los franceses. Necesitan con urgencia sacos terreros, que han sido pedidos al Capitán Depogé, oficial de marina que se encargaba de las comunicaciones con la plaza a pesar del bloqueo de la escuadra de Collier.
La relación de los franceses con los civiles tampoco es mala, y las autoridades municipales ayudan a los defensores siempre que con ello también se beneficiase la ciudadanía.
Por la tarde, desde Francia, se intenta socorrer a los sitiados con dos trincaduras. El Capitán de Fragata Depogé relata el intento en su despacho al mariscal Soult.
Un curioso dato, bastante desconocido, es que Lord Wellington se vio afectado desde este día, tal vez como consecuencia de los esfuerzos en los intensos días anteriores a causa de la ofensiva francesa, por un ataque agudo de lumbago, que le mantuvo postrado en cama varios días. Sus oficiales más cercanos nos indican en sus comentarios, que sigue andando muy recto por las molestias, incluso el día 24 de este mes.
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