miércoles, 8 de mayo de 2013

EL ASALTO DEL 31 - Observaciones sobre la marcha de las operaciones del sitio.

Al considerarlas y especialmente al estudiar el desarrollo del asalto del 31 de Agosto, propende el ánimo en primer término, a rendir tributo de admiracion ante la bravura y tenacidad de que dieron muestra, sitiados y sitiadores.
En ambos campos, al iniciarse el choque, habían, tanto en el mando, como en las tropas, la firme voluntad de vencer a todo trance; a pesar de la conviccion que los mas tenían de lo arduorel empeño, y los otros, de la imposibilidad de un éxito final; y esa firme voluntad de vencer, condicion primera del triunfo, subsistid en ellos durante las primeras horas de aquella obstinada lucha, outo término, a no mediar el accidente de las voladuras, de los repuestos, no hubiera podido conjeturarse.
Pero si lo mismo el mando que las tropas, evidanciaron las mấs sólidas y esenciales virtudes militares, preciso es reconocer, que en la direccion de las operaciones, estuvieron los aliados poco afortunados. Desde el principio se descontaba la necesidad de sacrificar gran numero de vidas, sin duda por la experiencia de Sitios anteriores, ехреriencia que hubiera debido servir para aminorarlas. Y sin duda, esa idea de que el asedio había de resolverse con una accion de vigor, junto con el deseo de abreviar la operacion determind, como en los otros Sitios,el propósito de simplificar los trabajos y de precipitar la apertura de brecha, en la que, a fuerza de hobres, había de producirse el desenlace; y todo ello determind el irregular desarrollo del ataque. No eran las defensas de la Plaza, ni su artillado, ni su guarnicion, extraordinariamente fuertes; pero si lo bastante para que se les concediese alguna importancia; y frente a la Plaza no habfia más que dos proсвdimientos; o el ataque regular para los procedimientos clásicos, o el ataque brusco.
Para el ataque brusco, la condicion esencial era la de poseer una abrumadora superioridad artillera, con la que los aliados al iniciarse el Sitio, no podían contar, pues no disponían más que del material y municiones precisos; de haber tenido entonces en las proporciones que los tuvieron a fines de Agosto, el plan de ataque brusco hubiera sido perfectamente 1ógico. Se imponía entonces la necesidad de ataque regular, que activamente conducido, aun ante una guarnicion como la de la Plaza, se hibiesen resuelto en menos tiempo que el empleado, y por de contado, con menores sаcrificios. Tan que entonces no se aprecid así la situacion, al menos debid apreciarse a raiz del fracaso del asalto del 25 de Julio, y reconocerse que las causas determinantes de aquél desastre estaban, no en los detalles que la brecha fuese mis o menos ancha, de que la desembocadura de las trincheras fuese más o menos fácil, de que el suelo fueses más o menos desigual y dificultoso y del mayor o menor rigor del ataque, sino en las ideas que informaban el plan de ataque. de Sorprendía el hecho de que Lord Wellington, a pesar de las razoпев que le expuso Burgoyue, a raiz del desastre del 25 de Julio, no fijase en ellas la atencion y no se penetrara de la necesidad de regularizar la marcha del ataque, a no observarse en 61 la misma actitud que en circunstancias parecidas.
Ciertamente no podia ccultérsele que habia, por lo menos, falta de continuidad y de unidad en la direccion del Sitio; pero convencido y obsesi0- nado con la idea de que el fracaso del día 25 era debido exclusivamente а la conducta de las tropas de la 5 Division, que no se habían conducido en ese día, con su habitual energia, no imprimić muevogiro al ataque, n1 señald nueva orientacion a la artillería que siguid batiendo preferentemente los obstáculos materiales, ni did a los trabajos de aproche el impluso que tanto necesitabam. Dificil es tambien explicar satisfactoriamente el mal empleo que se hiso del tiempo, en todo el mes de Agosto, porque todo el que transcurrió hasta la llegada del materíal y municiones, pudo y debid emplearse en llevar los aproches hasta el hornabeque y coronar, al menos el camino cubierto. Pero hay más: aun aceptada la situacion, tal como era en la tarde del 30 de Agosto, no se comprende como en las disposiciones dictadas para el asalto, no se tuvo más en cuenta la triste pero elocuente experiencia del 25 de Julio. No se explica como se prescindid del ataque previo o aún simultáneo al hornabeque, sin cuya posesion era absurdo que se pensase en practicar alojamientoen las brechas, puesto que la marea había de dejar incomunicados á sus ocupantes, que en esa situacion no hubieran podido resistir una reaccionofensiva de los sitiados, ni se explicaria tampoco la vaguedad У la falta de unidad no fuesen el resultadocaracterístico de tales reuniones.
Ciertamente que no pueden en rigor ser imputadas a Sir. T. Graham las faltas cometidas. Habiase cometido la falta inicial de no constituir el mando sobre la base de una absoluta unidad; había Jefes de servicio, que recibiendo instrucciones directas de Lord Wellington, podian considerarse como consejeros o mejor como colaboradores del General Graham, más que como subordinados; y naturalmente, en estas condiciones, había cierta difu-- sion en las responsabilidades y por tanto en las atribuciones del mando, Ademds y sobre todo, y reconocida por todos los oficiales, de aquella вроса, рesaba la conviccion de la propia falta de preparacion para preраrar, dirigir y ejecutar esta clase de opraciones; The Fench certenainly underatand sieges better, I think, than we do". decia con razón un contem- poráneo. (1) Tales son las consideraciones que se nos ocurren, conociendo el terreno, las defensas y el desarrollo detallado de todas las operaciones del Sitio, en cuyo éxito final intervino providencialmente el accidente de la explosion de la cortina, sin el cual es muy probable que los aliados hubieran sufrido un nuevo fracaso, aplazandose su toma de la Plaza cuya pérdida para los franceses era sin embargo segura y próxima, dada su situacion y la marcha de los acontecimientos militares y políticos del Imperio Francés respecto a Espаñа. Fin del capítulo 7º

No hay comentarios:

Publicar un comentario