Hacia las dos de la mañana del día 31 se did fuego sucesivamente a los tres hornillos preparados en el muro de ribera que quedd desportillado en considerable extension y produciendo embudos de unos nueve metros de diametro en los que se empezd a trabajar activamente para enlazarlos y formar un doble parapeto que se continud con una doble fila de cestones de 0.90 metros de diámetro y 1,80 metros de altura, llenos de sacos terreros, hasta la misma ribera. Amanecid; pero hasta las 8 de la mañana, una densa niebla, que desde dicha hora se concentrd sobre las contadas piezas puestas en accion por los franceses mientras que las tropas y ultimados los detalles, Sir T. Graham que habia pasado el sector izquierdo para cambiar impresiones con el General Leith regresaba al Chofre para presenciar el asalto desde la batería no 15 (1). Fué preciso esperar aun algun tiempo, que transcurrid en medio de la general ansiedad, porque a nadie podía ooultarse la grandeza de aquellos momentos; a los que iban a ser testigos de la crisis, porque habian de sentir todas las incertidumbres, sin participar de todas las emociones de la lucha y porque nabían de presenciar todas las presumibles alternativas angustiosas, impotentes para hacer pesar su esfuerzo personal en el desenlace; para los que iban a ser actores, porque nadie habiía olvidado los sacrificios que había exigido el asalto del 25 de Julio y porque todos, haata el más humilde soldado conocian las enormes difioultades de la empresa (2).
Eran poco más de las once, cuando las primeras tropas desembarcaron por
el portillo del muro de ribera y avanzaron hasta la altura del angulo saliente del hornabeque para constituir la cabeza de la columna. Estaban constituidas aquellas tropas a las que dominaban The Foalorn Hope, (Los Desesperados) por un grupo de voluntarios que mandaba el Teniente Franeis Maguire,
del 4º de Linea a quien acompañaba el Capitan de Ingenieros Rhodes.
Sin dar lugar a que se constituyese el resto de la columna, avanzd aquel
brillante oficial rápidamente, seguido a distancia por su troра (3) у sucesivamente fueron desembarcando las compañias del 49. que mandaron sobre la
brecha, en la forma que el terreno permitía, sin constituir una densa columna, como ocurría en tales casos. Y fué una fortuna, pues apenas iniciado
el avance del destacamento del Teniente Maguire, dieron los sitiados fuego
a la mina de falsabraga que se derrumbó en un buen trecho, sin producir a
los asaltantes ni el número de bajas, ni el moral efecto que de ella se esperaba, pues solo alcanzaron sus efectos a una pequeña porcion de la cabeza
de la columna, sin que el resto de ella se diera mucha cuenta y sin que se
aminorase su impulsion.
Durante ese avance, no se hizo sentir mucho el fuego de la defensa,
pero cuando la columna llegaba a romper sobre los escombros de la brecha,
las piezas montadas en el Cubo Imperial, asi como la que se habia mantenido oculta en la cortadura del foso, y la de 4 que Ceorge tenia en el flanco del hornabeque, abrieron un fuego eficacisimo, contra el cual no había
proteccion posible; y cuando los asaltantes llegaron a coronar la brecha,
las primeras filas fueron barridas por la fusilería del muro aspillerado.
Fué en vano que se intentase trasponerla, pues el paramento interior
conservaba una altura de unos 4 metros (1) y fueron vanos todos los esfuerzos hechos para mantenerse en la cresta y procurarse alguna proteccion entre los escombros.
Desde lo alto de la cortina, los granderos apostados trás el primer
través, dominaban y enfilaban la pendiente de la brecha y batian de frente
la del baluarte de Santiago.
Nuevos grupos de asaltantes, que fueron gradualmente lanzados para
forzar la impulsion dada a la columna primera, cruzaron la ribera bajo el
fuego del flanco del hornabeque, y bajo los proyectiles de las piezas del Mirador, y de San Telmo; el Capitán de Ingenieros Rhodes logrd orientar alguna parte de los refuerzos hacía el asalto del extremo de la cortina, У
1 mismo,a la cabeza del grupo que a tal fin reunid, trepd por la brechs
de Santiago y gand la oresta de la cortina, yendo a caer acribillado, a pocos pasos del través; otros oficiales persistieron en igual empeño con anélogo resultado (2). El asalto se estacionaba así, pues aquellos hombreв, impotentes para avanzar, no pensaban tampoco en retroceder.
Para dirigir el asalto, y siguiendo el consejo de Sir R. Fletcher, ha- biase situado el General Leith con aquel Jefe, en la ribera, frente al portillo dsl muro, y más próximo a la brecha que a este, y desde ese punto ordenaba el avance de los refuerzos.
Sucesivamente fueron empleados los regimientos de la brigada Robinson, que se aglomeraron al pie y en el talud de las brechas con una masa
informe, y con ellos fueron a fundirse las columnas de voluntarios de las
Divisiones 14, 44 y Ligera, dejando la ribera sembrada de muertos. (1)
Habian transcurrido ya dos horas y la situacion no cambiaba; todos los
esfuerzos de los Zapadores para practicar un alojamiento en la brecha, resultaban estériles, y los ataques a la cortina, renovados ahora por el Teniente Coronel Hunt, no tenian me jor fortuna que los precedentes.
El asalto había llegado a un punto muerto; para salvarlo, como la resistencia de la cortina era la dificultad esencial, resolvid Sir. T. Graham, después de oir al Coronel Diekson, que se concentrase sobre ella, el
fuego de los cañones de las baterias del Chofre que la enfilaban.
Diéronse las órdenes y se abrid con vivisimo fuego, perfectamente dirigido, por encima y casi rasando a los mismos asaltantes, sin que el natural sobresalto de los voluntarios de la Division ligera, que eran los
más proximos a la cortina, determinase el menor retroceso.
Al mismo tiempo defiriendo a los deseos del General Bradford, quien
con la Brigada estaba en el @hofre, le autorizó Sir T. Graham para enviar
algunas de sus fuerzas al asalto de la brecha pequeña del muro de la Zurriola. A ese fin el Mayor N. Snodgrass, con el primer Batallon del 13º
de Linea portugués, vaded el Urumea cerca de su desembocadura, sufriendo
un terrible fuego del Miradory de San Telmo, y asalt la brecha, en la
que con gran esfuerzo se mantuvo, sin lograr avanzar más allí por el momento.
Trás el Batallón del 13º de Linea portugués un destacamento del 24 conducido por el Teniente Coronel Mac Bean, pas6 también el Urumea, a costa
de grandes pérdidas, yendo a disolverse en la masa de tropas de la 5 Division, que como un emjambre se agrupaban sobre los taludes de la otra
brecha.
Entre tanto, de las trincheras del sector izquierdo, habían ido fluyendo las tropas de la 1s Brigada, de cuyo mando se habia hecho cargo el Coronel Greville; el primero de Línea (Royal Scots), el 38º y una parte del
noveno fueron dirigidos sobre la brecha del baluarte de Santiago; pero 1o
mismo que las tropas que le precedieron, fracasaron en sus primeros intentos de ganar el adarve de la cortina.
Hacia las dos de la tarde, casi toda la 5 Division estaba empeñada en
la lucha.
En la derecha, los portugueses de Snodgrass pugnaban por salvar las
cortaduras de la brecha para penetrar en la poblacion; en el centro, una
masa de hombres, rotos los lazos tácticos y desorganizada buscaba entre
los escombros alguna proteccion contra el fuego de los sitiados; en la izquierda,los elementos de la 1a Brigada reiteraban de tiempo en tiempo, el
ataque a la batería.
En la masa de los asaltantes, ni un disparo de la defensa era perdido;
centenares de soldados y gran mimero de oficiales habían caido ya; y ni se
había adelantado un poco, ni podía vislumbrarse el desenlace del asalto,
de nuevo estacionado, de nuevo en un punto muerto.
Pero no por eso pasd por la mente de Sir T. Graham la idea de retroceder. Las compañias del 9º de linea fueron a su vez, a unirse a las tropas
de la le Brigada Spry, se organizd una columna para asaltar el hornabeque.
Comenzaba ya el reflujo, los defensores se defensian enérgicamente, y
la crisis se agudizaba, ecuando un incedente fortuito vino a facilitar el
desenlace.
Detrás de les traveses de la cortina, sin blindaje ni proteccion alguna, habíanse constituido pequeños repuestos para granadas de mamo, cartuchería de fusil, proyectiles huecos, eto, fuese por accidente o por descuido, en uno de ellos tomd fuego alguna carga produciendo la explosion
de todo el repue sto.
"E1 efecto fué terrible, dice un testigo ocular, el Teniente Schaw (R.
A.) Miembros, cadáveres, piedras, etc, fueron lanzados a una inmensa al tura, y una enorme nube de humo se mantuvo en el aire largo rato."
A esta voladura siguieron los otros repuestos, produciéndose una serie
de explosiones a lo largo de la cortina que quedd envuelto en una densa columna de polvo y humo. A favor de este accidente, que costé la vida a gran
número de granaderos, zapadores y cazadores de montaña que guarnecian la
cortina, y que dispersd el resto de ellos, los escoceses del Coronel Barnes ganaron el primer través, y de é1 se corrieron a los demás; el Teniente Gethin, agregado a los Ingenieros penetró el primero en el Cubo Imperial, y trás de 61 los esсосевев seguidos de los del 38º, y más tarde los
del 9º, se escurrieron por la cortina y bien pronto aparecieron sobre la
Plaza vieja.
Al mismo tiempo, el Teniente Coronel Hunt, con los voluntarios de la
Division Ligera, que se había mantenido tenazmente hasta entonces en la izquierda de la Brecha, logrd salvarla en la inmediacion de la cortina, a
tiempo en que los defensores del muro aspillerado, gandos por el desorden
producido por las explosiones cejaban en su defensa. La masa de los asaltantes, ya no represada por el fuego, se desbordd de la brecha y penetrő
en la poblacion.
a
La guarnicion francesa del hornabeque, desde cuyo flanco izquierdo, un
destacamento del 62º que mandaba el Capitan Blot había causado tanto daño
las columnas de asalto, se defendía perfectamente del ataque que sufriő
ultima hora; pero ante el temor de ser cortados en su retirada, al ver
inminente la pérdida de la cortina, evacud las obras axteriores y se dirigid hacía la rampa de Santa Teresa.
La guarnicion había sido desorganizada, pero en modo alguno desmoralizada, por el accidente de la explosion y por la consiguiente pérdida de
sus posiciones; la defensa en las calles, habilmente preparada, era de todo punto necesaria para proteger la retirada del Castillo, y las tropas ocuparon las barricadas, batiendose en ellas el tiempo preciso para asegurar
el paso de las diversas facciones, hacia las rampas de San Telmo y Santa
Teresa, y evacuándolas después sucesivamente; pues la lucha obstinada en
ellas exponía a sus defensores a ser envueltos y caer prisioneros, ya que
los aliados habien penetrado en la poblacion por muy distintos puntos y podían por algunos progresar con relativa facilidad.
Gradualmente fué debilitándose la resistencia, y los sitiados pudieron
retirarse al Monte Urgull, debilmente perseguidos: solamente segun parece,
el Coronel Cameron con el 99 de Linea, que por su menos intervencion en el
asalto debía conservar su cohesion intentó apoderarse del convento de Sante Teresa, fuertemente ocupado por los franceses, quienes le hicieron no
pocas bajas; sin embargo, su avance fué eficaz, pués impidid la retirada
de algunos destacamentos, haciendo en ellos, unos centenares de prisioneros, Hacía las tres de la tarde, los sitiados habian evacuado la poblacion,
y había cesado el fuego en las calles y en las bateríias.
Las bajas de los aliados fueron en extremo temibles, tanto por su número como por su calidad; cerca de 2.500 hombres habian caido y entre ellos
se contaban Generales, Jefes y Oficiales de gran valía. A no dudar, la pérdida más lamentada fue la de Sir R. Fletcher, se había situado en la ribera
y próximo al lugar en que estaba el General Leith con su E. M. y ayudantes
cuando un disparo de fusil, partido del flanco del hornabeque le hizo caer
muerto (1).
Poco despues en el mismo sitio, cayd herido el General Leith; cerca de 61, lo fué también el General Oswald, quien ya sin mando había querido presenciar el asalto. En la brecha quedaron gran número de Jefes y Oficiales,
muertos y heridos, a punto de que el mando de la 2 Brigada vino a recaer
al fin de la lucha en el Capitań Jones, y el del 472 Regimiento en el Tenim
te Power.
Entre ellos estaban los Coroneles Canfrond, Cameron y Piper, el Teniente Coronel Hunt, y los Mayores Werge, Kelly, Soott y Rose. Entre los Ingenieros, ademas de Sir R. Fletcher habian muerto en la brecha los Capitanes
Rhodes y Collyer, y fueron heridos el Teniente Coronel Burgoyue (1) y los
Tenientes Barry y Marsohall.
La tropa habia sufrido tambien cruelmente, algunos de los destacamentoв
de voluntarios quedaron reducidos a la mitad; y aun habían sido más las
víctimas, si hubiese estallado la mina de la base de la Torre de Amézqueta,
pero por fortuna para los aliados no estalld, por haber sido cortada su mecha por algun proyectil.
No menos sensibles fueron las érdidas de los franceses; entre los muertos estaba el Comandante de Ingenieros Gillet, los Jefes de Batallon del 1
y de Cazadores, Cramail y Lupé, el Capitán de Ingenieros Saint George, el
de Artillería Gorse y el Teniente de Ingenieros Wertwein. Entre los heri- dos, ademas del General Rey, lo fueron su Jefe de E. M. de Songeon, el Coronel Sentuary, el Jefe de Batallon Blanchard, el Comandante de Artillería
Brion, los Capitanes Hugon y Danguerand y el Teniente Mallet, de la misma
Arma, y el Capitan Pavy, Comandante del Castillo. Las pérdidas de las tropas ascendian a 500.
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
(1) E1 General Bresford le acompaño allí durante el asalto. Habia venido a
presenciarlo, como sin duda lo hubieran presenciado Lord Wellington y
gran numero de sus oficiales, á no tenerse el ataque del Ejército de
Soult, cuyos preparativos de ofensiva eran perfectamente conocidos. (2) "B1 ánimo de aquellos hombres, en los instantes que precedían al asalto
llegaba, según la expresion de un observador, a uns expontánea tension.
No era de tal suerte que montase la exaltacion natural ante la perspectiva de una hazaña que les atrajera la admiracion del mundo; había algo
en su gesto,, que decía claramente que habían sufrido fatigas sin quejarse, y visto caer a su lado camaradas y oficiales sin desmayarse. то
habían soportado todo mientras cuerpo y alma estaban ocupados, pero ahora, ante el asalto, tenian unos instantes para pensar, ahora que les
sentimientos delicados se desvanecian ante el deseo de venganza y saquо
.....Una inquieta pero desesperada calma reemplazaba á su
de ordinario, ruidoso humor, y solo se advertía en su actitud una expre—
sion de ansiedad semejante a la del tigre antes de asltar a su presa"
(3) (Grattan - With the Connaught Rangers).
"Se lanzó adelante ante una lluvia de proyectiles, con tal rapidez, que
solo dos soldados pudieron seguirle a unas cinco o seis yardas; en el
momento en que asaltaban sobre los escombros al pie de la brecha, свуб.
Un instante después lo ocultd a nuestra vista la columna que pasaba sobre su cuerpo para subir a la brecha". (Cook Memoirs of the late War.
1.813).
(1)
(2)
Los artilleros ingleses debieron creer mis elevado de lo que realmente era, el suelo de la poblacion, empezaron a batir el muro bastante por encima de la escollera que tenía adosada al exterior; con
secuencia de ello fué que no existiendo terraplén interior, quedase
la brecha practicable solo al exterior, una vez que los sitiados
despojaron de escombros de las casas arruinadas, el exterior.
El Teniente Schan (R. A.) relata el hecho de un oficial que por
cuatro veces intentd ganar la cortina, perdiendo en esos intentos,a
todos los que le seguian; a la cuarta vez, 61 mismo cayć muerto des- de lo alto de la cortina al foso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario