miércoles, 24 de abril de 2013
CRONOLOGÍA - 1 DE AGOSTO DE 1813
Al amanecer nos retiramos al campamento y pasé por la batería que se está haciendo y falta poco para concluirse. Tiene cinco troneras, es muy fuerte y buena. Tiene contra sí que la altura en que está es dominada de la enemiga que tiene enfrente y donde hay tres batallones, pero por esto mismo se ha hecho bastante alto.
Entré de semana, es decir: en cada compañía, los subalternos está uno toda la semana corriendo con cuanto hay en ella, cuidando del aseo de sus individuos, de los ranchos, en fin, de todo, siendo responsable al capitán y jefe de la brigada del brigadier Ezpeleta, que estaba en la altura de San Carlos o, más bien y es como se llama, San Marcial, que fue relevado por la 2ª de la 3ª División. Al anochecer vimos marchar como unos mil hombres hacia San Juan de Luz, y eran de los que estaban inmediatos a Hendaya, donde quedan pocos. De San Sebastián, bastante fuego. Se sintió esta tarde un fuego muy vivo de infantería hacia Vera. En la calzada pasó revista a la brigada su comandante general : la, que la formaba Tiradores, apoyaba casi en la bolera de Irún. Estuvo brillante.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. 1813-1814. MATÍAS DE LAMADRID)
CRONOLOGÍA - 31 de JULIO de 1813
Aquí estuve de retiro con mi compañía y la de cazadores. No hubo novedad. Los enemigos estuvieron tranquilos. A eso de las doce de la noche llegó el comandante general de la brigada, que venía recorriendo todos los puestos, y como no le salió a recibir la pequeña guardia que teníamos a retaguardia se incomodó. Recorrió todas las centinelas de la línea y las halló vigilantes. Las guardias de campo tampoco le recibieron, lo que pudo consistir en que respondía comandante general en vez de decir ronda mayor. Los franceses han continuado trabajando en las baterías y tienen a estas horas seis, con un gran número de parapetos. En sus campamentos se descubre poca gente. En nuestra batería del castillo arruinado se trabajó toda la noche. En San Sebastián algo de fuego.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.1813-1814 - MATIAS DE LA MADRID)
CRONOLOGÍA - 30 de JULIO de 1813
Estuve en Fuenterrabia a ver al teniente Gabriel de Mendizabal y llevarle una carta de mi coronel. El fuego de San Sebastián ha sido regular. Hoy parece han lanzado sólo los aliados en una gran altura dos obuses de granaderos reales y dicen fueron tirados por treinta bueyes.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.1813-1814 - MATIAS DE LA MADRID)
CRONOLOGÍA - 29 de JULIO de 1813
ACCIÓN DE SANTA BÁRBARA.
Al amanecer nos retiramos al campamento. Los franceses tocan muchas dianas para hacernos creer que tienen muchos cuerpos en los campamentos pero bien se ve los pocos que hay, y más ahora que salieron ayer algunos con dirección a Navarra. Por las tardes tocan varias músicas para lo mismo. En la orden del ejército nos dicen que tuvo ayer el brigadier Longa una acción gloriosa en Santa Bárbara, habiendo desalojado y posesionándose de la fuerte posición de Vera, y éste fue sin duda el fuego que sentí ayer de aquella parte. Fue así: a la una y cuarto rompieron el fuego los franceses contra la División de Longa por el pueblo de Vera, por la derecha a la falda de la altura de Santa Bárbara y por el lado de San Sebastián, y sus muchas fuerzas obligaron a Longa a replegarse a la parte de acá del puente, donde hizo una vigorosa resistencia. El no tener éste bastantes municiones hizo no obligar a replegarse a los franceses a sus anteriores posiciones, y se contentó con sostener la del río, que es fácil de vadear por muchos puntos, como hasta eso de las siete. A esta hora, 200 enemigos subieron a la altura de Santa Bárbara y en la eminencia de ella se encontraron con tres compañías, que había destinado a desalojarlos y suben sin ser vistos por ellos, y fueron al instante rechazados y perseguidos hasta el fuerte, que tuvieron que abandonar. Luego que con todas las fuerzas pasó el puente a viva fuerza tuvieron igualmente que dejar las posiciones que habían tomado nuevamente en el alcance que les dio.Han perdido bastante gente, especialmente heridos, de los cuales algunos quedan en el campamento. Sus tropas han vuelto a tomar sus puestos anteriores y se está fortificando con la mayor actividad el puente y sus vados. Nuestra pérdida habrá sido de 40 muertos y más de 60 heridos, entre ellos algunos oficiales. La del enemigo es sin comparación, por su temerario arrojo.
Al anochecer sentimos en Irún un gran ruido de vivas y gritos de alegría, y a poco rato un fuerte estrépito de cajas y cornetas que tocaban diana, con lo que nadie dudó de una favorable noticia. Con efecto a poco rato llegó
CRONOLOGÍA - 28 de JULIO de 1813
Estuvo un regimiento de servicio. Estuve con mi compañía, la 1ª y 6ª en el camino de retén, y cuando como el 22 se sintió al enemigo trabajar a la derecha del puente y en efecto apareció por la mañana un buen parapeto. Todo esto fue en la noche de hoy a mañana. Por la mañana (de hoy) los zapadores de la División y dos Compañías de Laredo fueron a empezar una batería un poco más adelante del campamento, y a la derecha del castillo arruinado, lo que visto por el enemigo comenzó a hacer fuego con las cuatro baterías que tiene en las alturas que ocupa. Cesaron luego, excepto las dos que están al frente, que continuaron arrojando lejos balas y granadas, aunque sin causar la menor desgracia. No por eso se dejó tan luego de trabajar. Se ha oído bastante fuego de fusilería hacia Vera. En San Sebastián no mucho. Calor excesivo.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. 1813-1814. MATÍAS DE LAMADRID).
* DÍA 28 :
En las trincheras siguieron empleándose pequeños grupos de trabajadores,para repararlas y mantenerlas en buen estado; pero en la madrugada del 28 se recibió orden de retirarlos, dejando solo la fuerza de servicio. Desde el 25 no había recibido Sir T. Graham noticias de Lord Wellington, a quien suponía empeñado en una seria lucha; esto debía producirle alguna inquietud y, como en el bajo curso del Bidasoa habían quedado algunas fuerzas francesas, juzgó prudente concentrar las fuerzas a sus órdenes haciendo marchar hacia la frontera una de las brigadas inglesas de la 5ª División y otra de las portuguesas empleadas en la orilla derecha.
(EL SITIO DE 1813 - OLAVIDE, ALBARELLOS, VIGÓN)
CRONOLOGÍA - 27 de JULIO de 1813
Todos los días voy a Irún, donde está el coronel. En la madrugada de hoy nos pusimos sobre las armas porque se divisó movimiento en el campamento enemigo. Se vieron dos regimientos que vinieron a reforzarle y visto que no trataban de hacer cosa alguna nos desobrearmamos a eso de las nueve. Poco antes pasaron el Bidasoa a nado con sus uniformes y no se sabe si irán españoles espías disfrazados así para que se les dejase acercar al río, o franceses prisioneros que se hubiesen escapado. Se les tiró un par de tiros desde la guardia de campo de mi regimiento que estaban ya en el agua, con lo que aligeran el paso. Se ha sentido algo más de fuego que ayer en San Sebastián.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. 1813-1814. MATÍAS DE LAMADRID).
* DÍA 27 :
En la mañana del 27, observando el General Rey la negligente marcha que los trabajos del campo sitiador llevaban y la suspensión prolongada de su fuego ordenó una salida, disponiendo que el Jefe del Batallón, Lupé, con dos Compañías de Cazadores de Montaña, los Voltigeurs del 62º y algunos zapadores se lanzaron sobre la derecha de la paralela, en tanto que el Jefe de Batallón, Blanchard, con un destacamento de 150 hombres se dirigía hacia las ruinas de Santa Catalina; protegidos por estas fuerzas, los zapadores y obreros del Capitán Saint George debían arrasar todos los aproches. Efectuóse rápidamente la salida, desembocando los sitiados por la calzada de Hernani, por la trinchera producida por la mina en el glasis y por el camino de Santa Catalina. En el campo sitiador habíase contado con la posibilidad de una salida en la noche precedente, y, al efecto, el Mayor O'Halloran que estaba de servicio había hecho tomar las debidas precauciones; de los 600 o 700 portugueses que estaban de trinchera, una quinta parte fueron puestos de centinela y durante la noche el servicio se hizo con regularidad, pero una hora después de amanecer, por tolerancia del oficial, los centinelas se retiraron a las trincheras, abandonando la vigilancia; poco después de las seis cayeron los franceses sobre los desapercibidos portugueses, que ni aún llegaron a rehacer sus filas y que fueron seguidos hasta las ruinas de Santa Catalina y San Martín. O'Halloran logró reunirlos sobre un núcleo de ingleses e hizo retroceder a los sitiados, que regresaron a la Plaza con 189 prisioneros (2); sin haber hecho grandes daños en los aproches por la escasez de personal y herramientas y por el corto tiempo de que se dispuso.
El transporte de material a Pasajes prosiguió; durante la noche habiánse llevado al Parque todas las piezas, trabajando además de los artilleros 700 hombres de Infantería; en el curso del día fueron llevadas a Pasajes, donde no pudo empezarse su reembarque porque los botes todos estaban empleados en el transporte de enfermos y heridos. Sobre la escasez de medios, la circunstancia de no poder efectuarse el trabajo sino en pleamar, retrasaba considerablemente la operación, que se continuó en los días sucesivos y que no terminó hasta el 30.
(EL SITIO DE 1813 - OLAVIDE, ALBARELLOS, VIGÓN).
A las 4 de la mañana, antes de que el día amanezca, el General Rey inspecciona en persona los puestos avanzados, acompañado de su segundo en el mando De Songeon que está al mando directo de los mismos. Desde estas posiciones ven movimiento de chalupas entre las baterías de las dunas del Chofre y la escuadra de bloqueo, además de percatarse de que las bocas de los amenazantes cañones aliados ya no asoman por entre los gaviones. Tras el desastre sufrido por el enemigo dos días atrás... ¿Será posible que estén levantando el asedio?. Después inspeccionó los puestos más avanzados del hornabeque y revellín, comprobando que los trabajos del enemigo se habían paralizado lo mismo que el continuo hostigamiento que sufrían estas posiciones.
No pudieron hacer grandes destrozos en las obras enemigas por la falta de la herramienta necesarias y la premura de tiempo, ya que temían una enérgica y rápida reacción aliada que recuperaría para los sitiadores estas zonas. Tomaron prisioneros, según las fuentes británicas a 189 hombres (algunas fuentes la suben a 200), de los que tres eran oficiales pertenecientes a la Brigada Spry, que estaban de vigilancia bajo el mando del Mayor O'Halloran. Para que esto no volviera a ocurrir se dobló el número de vigías y patrullas en el cinturón de fortificaciones levantadas en torno a las murallas, sobre todo en la parte izquierda de la paralela, la más cercana al reducto circular. En el resto de la trinchera apenas se movían patrullas, por miedo a ser sorprendidos.
Inmediatamente manda efectuar una salida contra las posiciones aliadas que detalla en el despacho oficial al Ministerio de la Guerra del día 27:
Esta salida que tomó por sorpresa las trincheras aliadas, había sido organizada por el General Rey para asegurarse que el repliegue aliado observado desde la ciudad, no era ninguna táctica para engañarles. También la aprovecharían para destruir las obras de aproche realizadas durante el primer asalto aliado, por lo que ordenó al Capitán Saint George hacer una descubierta con un destacamento de zapadores y obreros amparados por las dos columnas francesas (núm. 3)
La primera a las órdenes de De Luppé (núm. 1), estaba formada por dos compañías de cazadores de Montaña y una de fusileros del 62º, reforzada por zapadores. Salieron desde el hornabeque y atravesaron la paralela por su zona más cercana al barrio de San Martín, haciendo numerosos prisioneros entre los portugueses que la defendían y no esperaban este ataque. La segunda columna que salió, formada por 150 hombres al mando de Blanchard (núm.2), logró expulsar a los ingleses del barrio de Santa Catalina.
Las baterías de la parte este del Urumea ya están desarmadas y sus cañones en el puerto de Pasajes preparados para ser embarcados en los buques de transporte.
(San Sebastián 1813)
CRONOLOGÍA - 26 de JULIO de 1813
Salí de guarnición. En San Sebastián se ha sentido poquísimo fuego. En Irún y Fuenterrabía hubo anoche un alto roto grande. La tropa estuvo sobre las armas y todo fue por el fuego de ayer en Vera. Nosotros, aunque avanzados, estuvimos intranquilos. La Compañía de Zapadores ha hecho estas tres noches un parapeto junto a Las Nasas. Los franceses han construído muchos, y algunas baterías en las alturas que ocupan.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.1813-1814 - MATIAS DE LA MADRID)
* DÍA 26 :
".... orden de suspensión del sitio que sir T.Graham comunicó en la mañana del 26 a sus subordinados, y según la cual la artillería debía ser conducida a Pasajes y reembarcada, a excepción de 2 cañones de 24 que debían quedar en la Batería número 14 y 2 obuses que quedarían en la número 11. Al mismo tiempo dio el General Graham instrucciones a Burgoyne para que se construyesen reductos y atrincheramientos hacia los altos de San Bartolomé y Lazcano para cubrir el bloqueo que se trataba de mantener.
Se comenzó a retirar la artillería, y se organizó la evacuación de heridos que fueron embarcados en el Chofre y recogidos en los buques. Se mantuvo un fuego más lento y, tanto por ello como por el movimiento de material hacia retaguardia pudieron darse cuenta los sitiados de que algo anormal ocurría en el campo inglés".
(EL SITIO DE 1813 - OLAVIDE, ALBARELLOS, VIGÓN)
CRONOLOGÍA - 25 de JULIO de 1813
Entré de guardia de campo, y esto me libró de ir con el regimiento al servicio de la noche. En la noche de ayer a hoy y por la mañana hubo en San Sebastián un fuego horroroso de artillería y fusilería. Por la tarde no fue cosa. El fuego de ayer tarde fue un fuerte reconocimiento que hicieron los aliados en la brecha en que perdieron 500 hombres sin fruto. Este sitio le formaron sir Thomas Graham con su ejército de ingleses y portugueses. Por la parte de Vera se ha sentido mucho fuego de fusilería. Hoy entró Soult por Roncesvalles y Navarra con el objeto de socorrer a Pamplona. Tuvieron los franceses en sus campamentos revista.
(DIARIO DE UN OFICIAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.1813-1814 - MATIAS DE LA MADRID)
3 y 4 - BATERÍAS DE FRAILENEA y ALDAPETA, terminadas el 19 de JULIO. Atacan el 25 de JULIO |
* El asalto del 25 de Julio:
Según las instrucciones dadas, a la explosión de la mina, debía iniciarse el asalto lanzándose simultáneamente una columna sobre la brecha principal y otra sobre el semibaluarte derecho del hornabeque; la primera debía ser inmediatamente seguida por un grupo de tropa elegida, que desde la cresta de la brecha, una vez ganada, escalaría el extremo de la cortina y se correría por ella; otras columnas debían seguirlas y rebasarlas para asaltar la segunda brecha.
No se habían repuesto de aún de este percance, cuando entraron en la batería de Fraser Sir George Collier, que mandaba la escuadra de bloqueo, con el Capitán Taylor, de la H.M.S. "Sparrow". Su intención era la de ser testigos del ataque, pero no habían pasado más que unos pocos minutos cuando un nuevo proyectil golpeó fuertemente a Taylor, ocasionándole un profundo corte en la cabeza y la fractura de una pierna. Lamentablemente para él, esta le será amputada al día siguiente.
La distancia a recorrer entre las trincheras y las brechas era aproximadamente de unos 300 metros, a través de una superficie dominada por las fortificaciones del hornabeque y del bastión de Santiago en el frente de tierra, y por el bastión de San Telmo, casi en la falda del monte. El terreno por el que se desarrollaría el ataque era muy resbaladizo como consecuencia de los musgos existentes en las rocas marinas, afloradas en la baja mar, y lleno de pequeñas lagunas y estanques que dificultarían notablemente la realización de las maniobras de manera ordenada y conjuntada.
Los muros del baluarte de Santiago estaban seriamente dañados, pero mantenían la fortificación en activo. Lo mismo pasaba con las torres de Hornos y de Amézqueta, que aunque se encontraban muy afectadas, estaban lejos de ser ruinas. Estos centros estratégicos fueron guarnecidos con fusileros y tropas de élite, hecho que aumentaría las dificultades del ataque aliado.
Gómez de Arteche recoge en su libro el momento de la siguiente manera:
"Las condiciones, pues, en que iban a atacar los ingleses eran malas, muy desventajosas, con la fatal circunstancia también de que el fuego de las baterías del Chofre, dirigido a mantener practicable la brecha y despejado el muro, sería de seguro incierto y acabaría por ofender a los asaltantes.
Es difícil poner en peores condiciones, a unas tropas no poco disgustadas ya con las órdenes y contraórdenes que recibieron durante su permanencia en las trincheras, y todo por las vacilaciones de su jefe, pudiéramos decir accidental, y la inobservancia de cuanto había dispuesto y recomendado su prestigioso generalísimo".
Los ingleses contaban con que la explosión de la mina, preparada en el conducto del viejo acueducto, al tomar a los franceses por sorpresa, haría que estos abandonaran las fortificaciones cercanas al río, apoderándose de ellas los aliados, una vez tomada fácilmente la desguarnecida brecha. Se contaba con que la marcha de la columna de ataque sería sangrienta, ya que sufriría a la vez del fuego del enemigo, el fuego de su propia artillería, sobre todo en la cabeza de la columna, como consecuencia de la orden de que esta no cejase en su objetivo de barrer los restos de las improvisadas defensas francesas. Pero una cosa es lo que se planea y otra bien distinta lo que sucede. Analicemos los sangrientos sucesos que se produjeron en este ataque.
A las 5 de la mañana, aprovechando la baja mar, empezó el ataque.
El recorrido de los primeros 250 metros no fue del todo penoso, ya que la explosión de la mina preparada en el acueducto, a pesar de no producir los destrozos deseados, descolocó a los defensores durante algún tiempo. Muchos llegaron a abandonar el hornabeque aterrorizados. Una lluvia de cascotes y escombros se desparramó por toda la superficie de las fortificaciones del frente de tierra. El estruendo fue enorme. Los defensores no esperaban esta detonación.
Las columnas atacantes avanzaron lo más pegadas posible a los muros de las fortificaciones para evitar el fuego que salía desde sus troneras. A lo largo de su recorrido, se vieron molestados principalmente por el lanzamiento de granadas, piedras y maderos sobre sus cabezas. En cuanto algún grupo se separaba unos metros de los muros, rápidamente era diezmado por el fuego de fusilería y metralla. El día aún no había despertado, por lo que todos estos sucesos ocurrían en medio de una oscura y cerrada noche.
La salida ya fue complicada desde el primer momento. No había suficiente terreno como para ordenar correctamente la formación de la columna, por lo que esta avanzó sin completarse completamente. Desde el primer momento, el asalto se convirtió en una carrera de multitudes hacia sus objetivos.
La Forlow Hope llegó a la brecha, y detrás de ellos el Coronel Peter Fraser con algunos de sus hombres, ya que la mayor parte de ellos se habían detenido en su camino, abriendo fuego contra una parte de la muralla que habían confundido como parte de la brecha, a consecuencia de la oscuridad reinante. Este grupo ocasionó un tapón en medio del recorrido, que carente de líderes y objetivos reales, no hacía sino obstaculizar el avance de los restantes efectivos.
Los Tenientes Campbell y Jones, con un grupo de valientes subieron a lo alto de la brecha principal. Una vez en su cima, descubrieron que no podían seguir avanzando, ya que tras el terraplén de escombros, cualquier acceso se encontraba cortado por una caída de casi diez metros de altura (los cálculos de esta altura varían de unos autores a otros, entre los cuatro metros a los diez. Personalmente el cálculo a la baja no me parece acertado, al no representar un "fabuloso" obstáculo al avance de las tropas). Los defensores habían limpiado la contraescarpa, logrando un desnivel casi infranqueable, no menor de seis metros de altura. Las casas que habían estado pegadas a los lienzos habían desparecido, y sus solares estaban llenos de estorbos, muebles rotos y demás accesorios que impedían el rápido avance de cualquier grupo atacante. Tras este espacio concebido para facilitar el trabajo a la muerte, una segunda línea defensiva compuesta por las fachadas de las casas y las barricadas que taponaban las calles que nacían entre sus muros, cerraba el conjunto, lleno de aberturas y resquicios que permitían realizar un devastador fuego de fusilería.
El Coronel Frazer avanzó con algunos hombres por el lateral de la brecha, hasta que las casas en llamas y las columnas de humo impidieron su paso. Su fuerte grito de "Síganme muchachos" se escuchó claramente, tal y como nos relata Richard Henegan en su obra, sobre el ensordecedor ruido que lo envolvía todo. Allí encontró la muerte. Greville, Cameron y el Teniente Campbell intentaron por todos los medios reorganizar a los hombres, ayudados por otros oficiales, lográndolo en algunos momentos. Campbell llegó a subir a la parte superior de la brecha en dos ocasiones, mostrando el camino a sus compañeros. En ambas ocasiones resultó herido.
El fuego de los defensores era abrumador. Los grupos que lograban llegar a lo alto de las violaciones eran rápidamente diezmados por los proyectiles. A ambos lados de la brecha, las dos torres que la flanquean, la de Hornos y la de Amézqueta, siguen estando algo elevadas, lo que hace de ellas privilegiadas posiciones para los tiradores de élite franceses. Los escombros y restos de la muralla comienzan a cubrirse de casacas rojas agonizantes o muertos, alcanzados por los disparos.
La confusión imperaba por todos lados. Las casas humeantes dificultaban aún más la visión de los atacantes. Algunas seguían aún en llamas. Desde la batería de 10 cañones del Chofre se disparaba contra los objetivos defensivos enemigos, cuando una de sus granadas impactó en la fachada ardiente de una de estas casas, derrumbándola sobre una compañía de soldados británicos. Este acontecimiento que hoy en día calificaríamos de "efectos del fuego amigo", es relatado por John Douglas, sargento del 3º Batallón del 1º de los Royal Scots.
Gleig nos relata otro de los momentos más tensos del ataque:
"Un súbito grito de "retirada, retirada" surgió en el preciso momento en que la primera compañía había ganado la cima de la muralla; cundió rápidamente el grito por toda la columna en el preciso momento en que unas casas que estaban pegantes al muro empezaron a arder, y todo fue confusión y desmayo. Los que estaban ya sobre la brecha se volvieron, chocando contra los que subían, que perdieron pie y muchos cayeron. El enemigo, envió una tremenda rociada de metralla, balerío y granadas, con todo lo cual la columna rápidamente perdió orden y concierto. Empezó, más que una retirada, una fuga por todo lo alto, y suerte tuvo el que pudo volver a cruzar el Urumea y escapar de la destrucción al abrigo de las trincheras".
Mientras tanto, la parte principal de las columnas atacantes permanecía inmóvil en medio del camino de acceso a las brechas, expuesta a un demoledor fuego de fusilería y de metralla. La cohesión de los hombres que formaban este grupo estaba destruida entre la confusión, los gritos y la muerte. Todo empeoró al mezclarse con los que huían presa del pánico.
Desde las baterías la visión era muy confusa. Según nos cuenta el Teniente Coronel Fraser, en un primer momento pensaron que solamente se trataba de un ataque simulado, pero cuando el humo empezó a disiparse y los primeros rayos de luz iluminaron la escena, se dieron cuenta del drama que realmente había sucedido tras el telón de la noche. Las baterías habían sido preparadas para abrir fuego contra diversos objetivos incluso en medio del asalto, pero la falta de visión impidió que estas pudiesen operar, por lo que no efectuaron disparos de manera organizada por temor a herir a sus compañeros.
Los portugueses, a quienes se había encomendado la misión de tomar el hornabeque, tampoco consiguieron sus objetivos, teniendo que retirarse tras recibir un duro castigo. Los efectos destructores de la mina no fueron los planeados, como ya hemos detallado, y estas tropas no contaban con que necesitarían llevar en su ataque escalas. Al no haber caído la pared de la fortificación, tuvieron que intentar escalar los muros, hecho que requería mucho tiempo, dando la posibilidad a los defensores franceses para organizar la defensa.
Pero para ilustrar de la mejor forma posible este suceso, lo mejor es que leamos a uno de sus principales protagonistas, el Teniente Campbell, cuyo relato está recogido en la obra de W.H. Fitchett "Fights for the Flag", publicada en Londres en 1898.
"Estaba oscuro, como usted sabe, cuando se dio la orden de avanzar. Todos, antes que yo, fueron de buena gana hacia delante, pero de manera muy desordenada, desde el primer momento, a partir de la formación previa al ataque, que se extendía por toda la longitud de la paralela en un frente de a cuatro. La paralela tenía capacidad para albergarlos en su interior, pero no era lo suficientemente ancha para que las tropas mantuvieran esta formación en el avance. Así, la salida desde la boca de la trinchera, hecha en la paralela, no era tan amplia como ésta, dejando salir solamente de dos en dos o de tres. El espacio que teníamos que recorrer entre esta salida y la brecha era de unas 300 yardas, y era muy irregular y quebrada a consecuencia de los grandes trozos de rocas que la marea baja había dejado húmedas y extremadamente resbaladizas, suficientes por sí mismas para haber aflojado y desordenado una formación compacta desde su origen, que junto al pesado e ininterrumpido fuego que se nos oponía, aumentó las dificultades para nuestro avance, que se parecía más al de hombres individualmente, que al de un cuerpo de ejército bien organizado y disciplinado.
Al llegar a unos treinta o cuarenta metros de la pared principal del bastión de la izquierda (se refiere al bastión de Santiago) hice una comprobación. No parecía haber más que un grupo de aproximadamente unos 200 hombres justo ante mí, y frente a la pared de esta fortificación, los de vanguardia de nuestro cuerpo devolvían el fuego que dirigían contra ellos desde el muro, en el que los barrieron en gran número, lo mismo que contra una trinchera que el enemigo había puesto a través del foso principal, retirándose una o dos yardas de la boca del mismo. Observé al mismo tiempo una gran intensidad de disparos en la brecha, y como la parte más grande de su parte derecha parecía estar tomada, como he descrito, frente al semi-bastión, era muy evidente que aquellos que habían entrado más allá de la brecha no debían de ser pocos en cuanto a su número, y a pesar de la resistencia que encontraron era evidente que ellos también eran imparables. Me esforcé con el jefe de mi destacamento en apoyarles, urgiendo a algunos de nuestros oficiales en intentar conseguir impulsar de nuevo nuestro grupo paralizado. Estos habían comenzado a disparar, y no había manera de moverlos. Por esto, le propuse al Teniente Clarke, que se encontraba al mando de una compañía ligera de los Royal, que dirigiera a ese grupo hacia la entrada de la derecha, con la esperanza de que, al ver cómo los sobrepasaban, posiblemente dejasen de disparar y les siguiesen. Nada más haberle hecho esta propuesta, este excelente joven fue muerto, lo mismo que muchos de mi unidad (9º de Infantería), y muchos de la compañía ligera de los Royal, que murieron o fueron heridos. Pasaron entre los pocos que quedaban de mi gente, la mayoría de ellos eran de la compañía ligera de los Royal, y algunos podrían haber llegado lejos, pero el grueso se detuvo. Su detención allí (frente al bastión), formó una especie de tapón entre las trincheras y la brecha, que los hombres ya conocían en su camino de vuelta (...) al llegar a la brecha, observé toda la parte inferior densamente sembrada de muertos y heridos. Había esparcidos algunos oficiales y hombres sueltos frente a la cara de la brecha, pero nada más. Estos se fueron animando, y valientemente se enfrentaban al denso y destructivo fuego dirigido contra ellos desde la torre redonda y otras defensas que había a cada flanco de la brecha, así como a una profusión de granadas de mano que estaban constantemente rodando hacia abajo. Subiendo, adelanté a Jones, de los Ingenieros, que había resultado herido, y al llegar a la cumbre recibí un disparo en la cadera derecha, y caí a la parte baja. La brecha, aunque muy accesible, era muy empinada, especialmente hacia la parte superior, de modo que todos los que eran alcanzados en la parte superior de la misma rodaban, como en mi caso hasta la parte más baja. Me di cuenta, al levantarme, que no estaba incapacitado para moverme, y al ver a dos oficiales de los Royal, que estaban intentando llevar a algunos de sus hombres por debajo de la línea de la pared cercana a la brecha, fui a ayudarles, y de nuevo subí a la brecha con ellos, cuando me dispararon en la parte interior del muslo izquierdo.
En el momento en que recibí mi segunda herida, el Capitán Arguimbeau, de los Royal, llegó cerca de la parte inferior de la brecha, trayendo con él unos ochenta o noventa hombres, animándolos y alentándolos a avanzar de manera muy valiente por todos los pasos que se ofrecían. Su avance era obstaculizado por la explosión de muchas granadas de mano que se dejaban caer sobre ellos desde el parte superior de la muralla. Los heridos se retiraban por medio de la línea de su avance (el espacio estrecho entre el río y la parte inferior de la muralla). Viendo, sin embargo, que los esfuerzos anteriores que se habían hecho, habían sido inútiles, y que no había ningún grupo de hombres cerca de ellos para apoyarles, y que todas las defensas y los alrededores de la brecha permanecían totalmente ocupados por el enemigo y a pleno fuego, y comprobando que se encontraban en total inferioridad, se desanimaron ante tales circunstancias. Imposibilitados para forzar su camino contra tanta oposición, ordenó a su unidad la retirada, y recibió, justo cuando hablaba conmigo, un disparo que le rompió el brazo.
Volví con él y su unidad, y en mi camino me vi mezclado con el 38º, cuyo avance se vio interrumpido por los heridos y los otros compañeros de los Royal que retrocedían.”
Ante el fracaso del ataque, las baterías aliadas reanudaron su mortífero fuego. Fue en este momento cuando el Teniente Coronel Fraser vio desde su batería como se asomaban varias figuras a lo alto de la brecha. Los proyectiles impactaban alrededor de ellos, con grave riesgo para sus vidas.
Cuando la luz de la mañana aumentó su intensidad, el contorno de la figura se hizo claramente perceptible, y el coronel Frazer pudo distinguir que se trataba de un oficial francés, que agitaba su espada, lanzando señales a las baterías inglesas. La singularidad de la circunstancia motivó que el Coronel Frazer detuviera inmediatamente el fuego de la batería, acción que fue inmediatamente correspondida desde la plaza, y un oficial fue enviado rápidamente para recibir una explicación de lo acontecido, amparado en la seguridad que se le ofrecía, al seguir en su posición el oficial francés con su espada apuntando a la tierra.
El fuego de las baterías aliadas estaba causando una gran mortandad entre los muchos heridos que seguían esparcidos por el camino utilizado en el ataque de las columnas, y en el terraplén de la brecha. Las explosiones estaban aumentando su sufrimiento enormemente, lo mismo que la visión de cómo la marea estaba subiendo amenazando con ahogar a muchos de ellos. El oficial francés no pudo soportar más esta situación, y arriesgando su propia vida, logró que los cañones enemigos callaran y se pactase un alto el fuego entre los dos bandos.
Inmediatamente saltaron hombres desde las trincheras y desde las brechas a socorrer a los heridos de ambos bandos y consolar a los moribundos. Desde las baterías se apreciaba claramente cómo eran retirados varios de sus compañeros hacia las líneas amigas, como es el caso del Teniente de Ingenieros Lewis, que era ayudado a regresar por dos sargentos y un zapador con una pierna menos, que un proyectil le había arrancado a la altura de la rodilla. Los heridos atendidos por los franceses, quienes no permitieron que los ingleses se encaramaran a la brecha por motivos de seguridad, fueron llevados al interior de la ciudad como prisioneros de guerra. Este fue el caso del Teniente de Ingenieros Jones, que había formado parte de la "Forlow Hope", y que había quedado herido en la parte superior de la brecha, sin poder regresar, por lo que fue transportado por cuatro granaderos franceses hacia el interior de la muralla.
Los prisioneros británicos heridos fueron concentrados en la iglesia de San Vicente, habilitada como hospital. Allí fueron atendidos entre otros donostiarras voluntarios por el párroco Don León Luis de Gainza, quienes les facilitaron ropas, camas, vino y el afamado y reconfortante chocolate que se consumía en esta ciudad.
Las pérdidas de los británicos, señaladas en la obra de Jones, se calcula que fueron las siguientes:
- 8 oficiales y 121 soldados rasos muertos.
- 30 oficiales y 142 soldados heridos.
- 6 oficiales y 118 soldados hechos prisioneros.
Entre los oficiales heridos, estaban los Tenientes Coroneles Hill y Williams, y el Major Snodgrass, al servicio de las tropas portuguesas, y el Mayor Excmo. J. Stanhope
En las tres páginas desplegables que vienen a continuación, aparecen unos resumenes de las biografías de tres de los protagonistas de este ataque.
De los ingenieros, además de teniente Jones, herido y hecho prisionero en la brecha, el teniente Machell fue muerto, y Sir R. Fletcher, el capitán Lewis, y el Teniente Reid, gravemente heridos.
En cuanto a las tropas del Imperio Francés, sus bajas fueron mínimas si las comparamos con las de los aliados. Estas se cifran en 18 muertos y 49 heridos. Dos buenos oficiales se contaban entre los muertos caídos en la defensa de la brecha. Eran el Comandante Desailly, del 22º, y el Capitán Bidou (o Bidon según otras fuentes).
Muchas veces me he preguntado cómo vivió desde el Cuartel General de Lesaca los momentos del asalto Lord Wellington. Larpent nos proporciona la siguiente escena:
Vi que estaba muy inquieto ayer, cuando fui con él por lo de los dos pobres hombres que van a ser colgados por robar la tienda del señor Aylmer, y hoy salió al patio de la iglesia, donde estábamos escuchando las campanadas de las ocho en el reloj, y a juzgar por el ruido de los cañones de nuestras baterías, intuimos que estas habían dejado de disparar. Él lo habría dirigido personalmente, como siempre, pero parecía querer dejar a Graham, y no interferir directamente. A las once de esta mañana, sin embargo, llegó el coronel Burgh, con el relato de nuestro fallido intento, diciéndonos que nuestro grupo de ataque (que consistía también de Ingleses, creo que de la 9 ª y 38 ª) se acercó a la brecha se volvió, y escapó. Esto desalentó terriblemente a nuestros compañeros que estaban a sus lados, y alentó al enemigo. Lord Wellington ordenó preparar su caballo, y me han dicho que va para allí inmediatamente.
"Abiertas y practicables dos brechas en San Sebastián el 24 de Julio, se dieron las órdenes para atacarlas en la mañana del 25, y tengo lamento manifestaros que ha fracasado el intento de obtener la posesión de la plaza y que han sido de consideración nuestras pérdidas".
Lord Wellington se desplazó urgentemente, desde su cuartel general de Lesaca hasta San Sebastián, donde llegó a las doce del mediodía, permaneciendo hasta las cuatro de la tarde. La nota traída por el Coronel Burgh una hora antes, enviada por Graham, contenía el siguiente mensaje:
Wellington calificó este desastre en un posterior despacho fechado el 23 de Agosto como el peor suceso que habían tenido las tropas bajo su mando.
De no ser por la carencia de municiones y pólvora, Wellington hubiera ordenado un nuevo e inmediato ataque. Su enfado era inmenso. Encargó a Burgoyne, sustituto del herido Fletcher, la elaboración de un proyecto de ataque al Frente de Tierra de la ciudad.
Wellington dejó escrito en sus memorias que las operaciones militares que se iban a desarrollar en la frontera con Francia, obligaron a convertir el asedio en un simple bloqueo. El Mariscal Soult había iniciado una nueva ofensiva, para liberar las ciudades de San Sebastián y Pamplona de sus respectivos asedios. Por ello ordena desmontar todas las piezas de las baterías para evitar que cayesen en manos francesas en caso de no poder contenerlos en la frontera del Bidasoa, dejando únicamente dos cañones de 24 pulgadas de la batería de brecha y dos howitzers de 8 pulgadas de la número 11, la del alto de Ulía.
Lamiraux critica el plan de ataque principalmente por dos detalles. El primero es que era un peligroso error hacer avanzar las columnas por el flanco del hornabeque, cuya prevista neutralización no estaba asegurada a pesar de la mina preparada, y en segundo lugar, la decisión de dar el asalto en medio de la oscuridad previa al amanecer, es decir, cuando las baterías del Chofre no podían rectificar el tiro.
Burgoyne en sus memoria critica abiertamente la táctica empleada, ya que consideraba del todo necesario tomar, antes de cualquier ataque, el control del hornabeque de San Carlos. Esta postura es totalmente correcta, porque esta fortificación había castigado durísimamente los flancos de la columna atacante. Otros historiadores se limitaron a buscar causas más puntuales, como un adelanto en el momento en que se explosionó la mina, falta de celo al atacar, etc. Por supuesto, creemos que las más acertadas son las de J.F. Burgoyne.
"Hubiéramos debido empezar en la orilla derecha sólo con baterías de enfilada contra las defensas y tirar con ellas sólo, hasta que la paralela de la izquierda estuviese casi terminada, y aún dirigidos algunos aproches hacia el hornabeque; entonces se hubieran completado las baterías de brecha rápida y el asalto se realizaría inmediatamente que fuesen practicables".
El Teniente General Sir Thomas Graham elabora el siguiente informe oficial sobre la derrota del día 25 de Julio.
El despacho oficial que el General Rey hace llegar por mar al Ministerio de la Guerra es el siguiente
Podemos leer que el joven Teniente Albert Goblet y su compañero Saint-George se han distinguido en la defensa de la ciudad. Ambos han salido ilesos de la acción.
El número de bajas exactas sufridas por los aliados es difícil de precisar. Las cifras expuestas en la el libro de los Despachos Oficiales de Wellington, realizado por Teniente Coronel Gurwood y publicado en Londres en 1838, las recoge dentro del computo total de bajas sufridas por los luso británicos desde el 7 al 27 de Julio.
Estas son.
MUERTOS:
- Oficiales 11
- Sargentos 9
- Otros rangos 184
TOTAL MUERTOS 204
HERIDOS:
- Oficiales 44
- Sargentos 34
- Otros rangos 696
TOTAL HERIDOS 774
DESAPARECIDOS:
- Oficiales 6
- Sargentos 6
- Otros rangos: 288
TOTAL
DESAPARECIDOS 300*
*El número tan alto de desaparecidos esta ocasionado por los heridos que cayeron prisioneros de los franceses