Seguramente en las filas aliadas no era grande el número de los hombres desprovistos de todo sentimiento honrado; pero los tales figuraban en el primer término y arrastraron consigo a los muchos soldados perturbados por el alcohol que sabemos corrió con abundancia. Entonces, rota la disciplina, los sentimientos de violencia, exaltados hasta el delirio en el torbellino de sangre y fuego, se desbordaron por las calles y llegaron a disipar los mismos sentimientos humanos. El incendio producido por el rayo de la guerra en algunos lugares constituía una invitación a consumar lo que la fatalidad parecía respetar; y la lujuria, el pillaje y el crimen se adueñaron de los ánimos, incitados por apetito desenfrenado y ciega vanidad.
Toda esta situación
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