A comienzos del verano del año 1813, los franceses fueron expulsados del territorio nacional por varios puntos del Pirineo. Pero quedaron en su poder varias plazas, entre las que destacaban las de Pamplona y San Sebastián. El 28 de Junio de dicho año, el general Mendizábal se acercó a nuestra ciudad con un ejército compuesto de 7.000 a 8.000 soldados españoles al perseguir a Foy después del combate de Tolosa. Con Mendizábal venía el coronel Ugartemendia, que tenía a sus órdenes los tres batallones guipuzcoanos que mandaban Aranguren, Larreta y Calbetón y algunos batallones más de vizcaínos.
El general Rey había tomado sus medidas para le defensa de la plaza de San Sebastián. La guarnición francesa de la misma se componía de cerca de 3.500 hombres, incluyendo un destacamento de unos 700 soldados de la división Foy que se refugió en la plaza. Consciente de la importancia estratégica de las alturas de San Bartolomé, el general francés situó un batallón en el convento de aquel lugar y en una pequeña luneta que improvisó en el cementerio próximo. Ocupó también la cabecera del puente de Santa Catalina con un destacamento de 40 soldados, de los que algunos llegaban hasta el convento de San Francisco en la orilla derecha del Urumea, y con 25 hombres la isla de Santa Clara, cuya capilla fue convertida en un pequeño fuerte. El mismo día de la llegada de Mendizábal, los franceses quemaron el barrio de San Martín y el de Santa Catalina, que no habían tenido tiempo de demoler.
El día 29, sobre las siete de la tarde, las tropas españolas realizaron una tentativa para apoderarse del convento de San Bartolomé, que resultó infructuosa. Mendizábal carecía de artillería para el asedio de una ciudad. Por eso se limitó a cortar el aprovisionamiento de agua a la plaza, destruyendo el acueducto que la proveía, y ocupó Pasajes, haciendo prisionera a su guarnición, y Guetaria, donde los franceses lograron huir después de volar el polvorín, ocasionando la muerte de algunos guetarianos.
El 3 de julio llegó la marina inglesa para bloquear el puerto donostiarra, pero ella carecía todavía de suficientes medios para impedir que los marinos de San Juan de Luz se introdujeran de vez en cuando en la ciudad a favor de la oscuridad. Al puerto de Pasajes llegaron también varias naves inglesas con material de guerra para el asedio y con 26 cañones y 8 morteros.
Fue el día 9 de este último mes cuando llegaron a San Sebastián las tropas aliadas bajo la dirección de Graham. Entonces las tropas españolas se retiraron del sitio para dirigirse a la frontera. Este hecho tuvo seguramente para San Sebastián una importancia capital, pues es de presumir que su suerte podía haber sido muy diferente de haber continuado las tropas españolas el sitio y asedio de la plaza. Pero la historia no se hace hipótesis y es preciso continuar la relación de los hechos tal como sucedieron.
A la llegada de las tropas anglo-portuguesas, Wellington dejó Hernani para hacer un reconocimiento de la plaza y determinar el plan y lugar de ataque. Siguiendo el consejo del mayor Smith, el generalísimo inglés adoptó el mismo plan que había seguido el mariscal Berwick en el asedio de 1719, basado en la posibilidad de aprovechar la marea baja en la parte nordeste de la muralla.
A este efecto y con el fin de abrir brecha en la muralla, que en la parte del río alcanzaba una altura de 14 metros, los aliados cobstruyeron fuertes baterías en las alturas de la derecha del río Urumea, aprovechando las dunas existentes hasta el Chofre, y abrieron un camino cubierto por el lado de la antigua calzada de Pasajes hasta la orilla de dicho río. Estas baterías, armadas de 20 cañones de a 24 y 4 obuses de a 8 pulgadas, estaban destinadas a batir las dos torres de Hornos y Amézqueta, que franqueaban aquel frente desde el de tierra hasta el baluarte extremo de San Telmo al pie del castillo. Satisfecho del estado en que quedaban las obras del sitio, Wellington salió el día 14 a ponerse a la cabeza del ejército en los Pirineos.
Desde el momento en que los aliados descubrieron su plan de ataque, el general francés hizo atrincherar y aspillerar en aquella línea todas las casas inmediatas de donde se pudieran defender las brechas que en ella se abrieran; se tapiaron la puerta de socorro del ángulo del frente de tierra y las salidas de las alcantarillas, y se construyeron barricadas que cerraran el paso a la ciudad si se asaltaban las brechas, sin estorbar, empero, la retirada de las tropas defensoras al castillo, si eran batidas.
Continuará ..................
¿QUIEN DESTRUYÓ SAN SEBASTIÁN? / JUAN BAUTISTA OLAECHEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario