Se conoce con bastante aproximación el número de bajas que ocasionó el sitio y toma de San Sebastián entre las fuerzas aliadas y en la guarnición francesa. Pero cuando se trata de descubrir el número de las víctimas que la destrucción de nuestra ciudad produjo en la población civil donostiarra, las fuentes resultan bastante más concisas.
En los documentos que redactaron el Ayuntamiento y el pueblo de San Sebastián, tal como el borrador del Manifiesto fechado el 7 de Enero, el mismo Manifiesto del 16 de Enero y las testificaciones que le precedieron, no señalan personalmente más que una docena de víctimas, las más distinguidas por su condición social o por el modo como se efectuó la muerte. Esas fuentes afirman, sin embargo, que hubo muchas más víctimas y en algún caso concretan algo más los datos para dar pie a que intentemos fijar con cierta audacia el número de víctimas que el sitio, asalto, destrucción y saqueo de la capital guipuzcoana produjeron en la población civil.
Pero a este respecto es obligado hacer la distinción entre las víctimas directas de las tropelías que cometió la soldadesca indisciplinada, y las que se produjeron como consecuencia de la miseria en la que quedaron sumidas a resultas de la misma causa mil quinientas familias sin hogar, sin ropa y sin dinero ni alimentos. El citado borrador del Manifiesto señala la dolorosa impresión que producía ver salir de la ciudad desde el día 1 de septiembre en adelante a los habitantes que quedaron con vida. Raro era, dice, el que salía sin lesión; unos heridos, otros golpeados y estropeados, y todos casi desnudos.
En este estado de hambre, desnudez y miseria completa, muchos de los heridos no podrían sin duda reponerse de sus heridas y tendrían que perecer. Pero a las heridas se sumaron las enfermedades, y más concretamente la peste que se extendió entre la población donostiarra que se había refugiado en los alrededores de la ciudad. El citado borrador del Manifiesto expresa que después de la toma de la plaza se contaban sólo en la parroquia del Antiguo ocho a diez cadáveres diariamente y, a este tenor, en Loyola, Alza, Pasajes, Rentería, Hernani y otros pueblos hasta Tolosa, de manera que cuando llevaban a enterrar era sabido que eran de San Sebastián.
En la representación que el Ayuntamiento Constitucional dirigió a la Regencia el 5 de febrero de 1814 se dice que a resultas del funesto accidente han muerto ya más de 1.200 víctimas; y en la que dirige el 20 de febrero se afirma que el hambre y la desnudez han provocado la muerte de la tercera parte de los que lograron salvarse del desastre.
Si las 1.200 víctimas constituían la tercera parte de los que lograron salvarse del desastre,se podría concluir que sólo se salvaron del desastre unas 3.600 o a lo sumo 4.000 personas, cuando San Sebastián, con sus 1.500 familias, podría tener unos 7.000 habitantes. Pero esta conclusión no parece lícita, porque sabemos que muchos de los habitantes habían salido de la ciudad antes de la fatídica fecha, pues el general Rey dio orden de expulsar a muchos pobres y permitió que saliesen cuantas familias pudientes lo deseaban. Y esta tolerancia fue aprovechada por muchos donostiarras, a los que se veía salir todos los días en número más o menos crecido, hasta casi la víspera del 31 de agosto, en que se dio el asalto. Por eso sería seguramente más lícito concluir de las mencionadas cifras que casi la mitad de los habitantes de San Sebastián habían salido de la ciudad antes del fatídico asalto.
De todos estos datos parece que se puede deducir que las víctimas directas de las tropelías de la soldadesca no fueron muy numerosas. A lo sumo algunas pocas decenas, pues de otro modo se hubiera reflejado en los documentos una insistencia mayor sobre el particular. Pero las víctimas indirectas - auténticas víctimas que de otro modo no hubieran muerto - fueron más numerosas, y no existe fundamento histórico para rebajar la cifra de las 1.200 que el Ayuntamiento comunicaba a la Regencia del Reino.
CONTINUARÁ .................................
¿QUIEN DESTRUYÓ SAN SEBASTIÁN? / JUAN BAUTISTA OLAECHEA
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