martes, 23 de octubre de 2012

EL SITIO DE 1813 - LA SITUACIÓN ESTRATÉGICA - La primavera de 1813.

Al comenzar el 1813, hallábase considerablemente debilitada la fuerza del Imperio Francés. La campaña de 1812 había destruido sus más sólidas tropas, y para nutrir las unidades que habían de continuar la lucha en la       Europa Central, había sido preciso, no sólo anticipar la incorporación de los contingentes de reclutas, sino sacar cuadros y aún Cuerpos enteros del Ejército de España. El país había llegado al límite de su capacidad de sacrificio y el cansancio del pueblo trascendía y se reflejaba ya en el ánimo mismo de los más allegados al Emperador.

Manteniánse aún fuertes efectivos en España pero la necesidad de atender a diversas zonas de operaciones y la de guardar sus comunicaciones, imponían una diseminación que, a pesar de las excitaciones de Napoleón, aún venía a ser agravada por la inepcia de José y por la crónica indisciplina de los mandos subordinados. Disponíase de cerca de 200.000 hombres, pero absurdamente desparramados, Suchet en el litoral de levante operaba aisladamente; Gazán con el Ejército del Mediodía extendía sus cantones de Madrid a Zamora, con su cuartel general en Arévalo; Drouet con el del Centro ocupaba Segovia y Valladolid; Reille, con el de Portugal se mantenía entre el Esla y el Carrión; Clausel, por último, con un reducido núcleo de tropas, se esforzaba en llenar la ardua misión de mantener expeditas las comunicaciones con Bayona persiguiendo en el Norte a las incoercibles guerrillas.

Con el certero criterio que le era propio, apreciaba Lord Wellington todas estas circunstancias; ni aun en la retirada del otoño de 1812 se había quebrantado su confianza en el éxito final y, seguro de la próxima evacuación de España, vislumbraba ya la posibilidad de llevar la guerra al mediodía de Francia.

Su labor de reorganización durante el invierno de 1812-13, inspirado en el propósito de una ofensiva definitiva, se extiende desde los nimios detalles del equipo del soldado, hasta la preparación del cambio de base de operaciones que había de imponer el curso de la campaña; y como esto había de exigir el asedio de alguna plaza, y la lección sufrida ante el castillo de Burgos estaba reciente, esta vez no se descuidaba el pedir a Inglaterra, en tiempo oportuno, un tren de sitio.

El Duque de Wellington en la batalla de Vitoria
A fines de Mayo empezó la campaña con las operaciones para concentrar al Ejército aliado en la orilla derecha del Duero; en los primeros días de Junio, los tres grupos que le constituían, cubiertos los flancos por enjambres  de guerrillas, iniciaron aquel avance arrollador que se desenlazó en Vitoria pocas semanas después.

Sucesivamente abandonó el alto mando francés toda veleidad de resistencia tras el Pisuerga y tras el Ebro ante el temor de ver su Ejército desbordado por el Norte. No podían subsanarse en aquellos días tantos desaciertos pasados, ni mediocridades como José y Jourdan podían conjurar tal crisis; al concentrarse ante Vitoria el día 20, aquellas tropas, más que una masa dispuesta a maniobrar y a vencer, eran como una retaguardia que se aprestase a proteger la marcha de un inmenso convoy con un combate sobre un terreno, cualquiera, cuya evacuación se descontaba; ni aún pudieron incorporarse los destacamentos de Foy y de Clausel. En la noche del 20 la batalla estaba virtualmente perdida; en la del 21 de Junio, la definitiva evacuación de España por los franceses empezaba a ser un hecho.

CONTINUARÁ ...........

(OLAVIDE, ALBARELLOS,VIGÓN)


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